FLAVIA
COSMA
(Rumania-Canadá)
EN LA
MAÑANA
El
ruido del tren irrumpe en la casa
a
través de la ventana abierta.
El
tumulto del mundo
repercute en el cuarto.
Con
su vestido negro, mi abuela aparece,
teniendo
en sus manos quemadas
la
casa con todas su cosas adentro,
el
equilibrio frágil,
y
nuestras jóvenes vidas, apuradas.
Sobre
ramas rojizas, con voz quebrada,
canta
el pájaro, alegremente.
El
calor plácido del verano se retrasa,
no se
aparta aún.
De
esta manera volvemos a nuestra niñez,
por
sus caminos misteriosos,
de
esta manera se acerca ya el invierno,
por
los senderos inexplorados del cielo.
EL
CUERPO DE LA LUNA
Sobre
el río profundo
flotaba
un dulce perfume,
una
fragancia salvaje, oscura,
brotaba
del pecho de la luna
inclinándose
hacia nosotros.
De
vez en cuando, iluminando
el
vientre desnudo del río
y
como apartado de los vivos:
tu
rostro.
EL
FIN DEL MUNDO
Parece
que el fin del mundo está cerca
cuando
miles de pájaros
caen
debajo del cielo,
la
carga sedosa cubre la tierra
con
un tapiz velloso, una joya fúnebre.
Ejércitos de
insectos pecosos y de largo pelaje
han
invadido unos jóvenes árboles
haciendo
túneles a través de cortezas hasta el corazón de ellos,
mandibulas
presurosas penetran en la carne viva;
los
bosques agotados se marchitan y mueren.
Los
hombres ricos se copian sus rostros,
quimeras
clónicas se construyen desde el polvo;
niños
no-nacidos del vientre de una mujer,
desde
tubos de ensayos blancos
acechan
impacientes.
Diciembre,
Enero, Febrero,
otro
año pasa en tres meses;
amarguras
ajenas se pegan a mi vestido,
el
espanto recorre todos mis poros, como un suspiro,
puntos
de interrogación
se
clavan en mi frente
como
una roja corona de espinas.
ALGUNA
VEZ
He
saboreado alguna vez
la
carne de las tórtolas,
he
gozado de las piernas de liebres y de corderos,
he
comido de la carne de caballos mansos,
sacrificados
por momentos
en
aras del hambre.
He
comulgado en todo lo que vive.
De
verdad os digo
el
asado de palomas o de liebre
es
extraordinariamente rico.
Olea
como la hierba,
como
la tierra desatada en primavera,
como
un ala que se expande
a
merced del viento
en la
tarde.
Sobre
la carne de los caballos,
sobre
el sabor amargo de los corazones
grandes
y sangrantes,
ya no
me acuerdo
no se
más.
REGALOS
Yo
nunca te he mirado
con
el ojo de una amistad de ocasión,
tampoco
te he estudiado
como
a una araña muerta
en un
insectario.
No
tuve tiempo de detenerme
en
tus ojos enrojecidos por el insomnio,
en
tus labios tumefactos
por
los ocultos vicios del pasado.
Te
tomé ciegamente en mis brazos,
te
consumí en fuegos
desconocidos para mí,
Te
cambié
y te
di a luz nuevamente en vanos
sufrimientos,
te
transformé en un ángel
con
capa plateada,
te di
todo el cielo, con las estrellas y la luna,
te
regalé de manera absoluta
todo
lo que a ti
no te
faltaba.
Traducción
por Luis Raul Calvo (poeta y ensayista), Buenos Aires, Argentina.
Flavia me sucede con tus poemas y algunas imágenes, que desfilan como diminutas postales, sentir que de algún modo navegan, como si de mi vida se tratasen y me veo reflejada en tu palabra como una luna en el agua hace ya tiempo.
ResponderEliminar...."te regalé de manera absoluta
todo lo que a ti
no te faltaba".
Mi admiración. Un abrazo.