MIRIAM
CAIRO
(Buenos
Aires-Argentina)
SOL
QUE APREMIA
El
mundo es un buen lugar para llenarlo de heroísmo y terquedad, para no saber a
dónde ir, para inundarlo de algo que se desarma, se desajusta se desintegra,
por obra y gracia de un suspiro o de un movimiento inofensivo, ausente de toda
desgracia, arrastrando el ala del amor para sacarlo de sus terribles caminos y
guarecerlo, no de la noche, sino del alma rota, del alma que se salió del sexo
y se agrisa como algo que empieza a romperse, como otro sol que apremia al sol
de siempre.
BAILARINA
ILESA
El
mundo, en vez de apasionarse con el lugar, con la gran huella en la superficie,
sigue ocupado en recorridos, en aproximaciones medias, plenas, de nuevo medias,
otra vez plenas, con hombres atestiguando la vigilia y el insomnio, con un
ritmo rotatorio de bailarina ilesa que gira sobre sí misma en el escenario
atmosférico de la lluvia, en una masculinidad que se afemina, se enternece en
la sola manera de girar sobre sí mismo, misma, con la mano dentro de su azul
profundo, con la boca llena de una sed que se derrama en el lapso que va desde
la noche del mundo hasta la bailarina del alba.
HIERBA
POLIÉDRICA
El
mundo es un buen lugar para coleccionar palabras, prenderlas fuego en las
noches como antorchas, dejarlas arder hasta que se consuman, y al día siguiente
esparcir sus cenizas en el parque como un guano celeste, para que la hierba
crezca más verbal y poliédrica que nunca, y los amantes se recuesten sobre
ella, sobre los acentos prosódicos, verdes y húmedos, sobre las hebras nacidas
del silencio de las palabras que germinaron en hierba para besarse hasta no
saber cómo es posible que esas letras sonámbulas puedan sostener tanta poesía.
LETRAS
INCENDIADAS
Ese
viejo imaginario llamado mundo, es apto para llenarlo de magia, coronarlo de
perlas, para hablarle en cualquier lengua y decirle que también el miedo es
redondo, y la luna redonda, y Mozart redondo, y el silencio redondo. Apto el
mundo para tejerle un lenguaje de letras incendiadas y hacerlo aparecer de
noche rodando como un pan resplandeciente por el alero de la sombra, como una
flor de luz mínima que sueña su segunda vida y al mirarse en el espejo
retrocede, gira para verse la columna vertebral, recorrida por pasos de
fantasmas más reales y consistentes que la voluble realidad de los hombres.
MUNDO,
MUNDO, MUNDO
El
mundo es un buen lugar donde separar la luz de la sombra, lo real de lo irreal,
lo Magritte de lo falaz, el pecado de la penitencia, lo Pirandello de lo
posible, la paz de la guerra, Alejandra de la imitación, los fantasmas de las
alucinaciones, lo Cheever de lo DeLillo, la política de la ambición, pero
también el mundo es un buen lugar para unir lo desunido, para no saber si es o
no es mundo el mundo, para pensar que acaso el mundo sólo sea la bailarina que
gira sobre sí misma, queriendo ser y no ser, acorralada en su intemperie,
estremeciéndose hacia el norte, hacia el sur, hacia el este y el oeste,
estremeciéndose desesperadamente, a toda prisa, como una enamorada contrareloj.
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