SUSANA REYES
(El Salvador)
***
El suave olor a tabaco
las piernas fuertes
un país lejano
en la sala un corazón
y la abuela que acaricia los
cabellos
en la cesta la algarabía
el olor a
campo el
sudor el miedo
agazapados
Ella
tres palabras
su silencio
la cena por turnos
y el atardecer incierto
Nosotros
la espera
el
abrazo la cercana lejanía
la eternidad de la tarde
Ella
la ciudad en domingo
el corazón solitario
el laberinto
yo
una pregunta constante
un
sobresalto unas ganas del abrazo
a medianoche
la abuela y su coraje
la madre y un rumor a las
cinco de la tarde
yo y mi perro con su cola
inquieta
ambas (ellas y yo)
los silencios y la espera
los caminos paralelos
el nudo en las palabras
Ahora no tenía más país que la imaginación
Dereck Walcott, “El reino
del caimito”
El hijo se ha ido
La lluvia ruge como una
madre herida
cambian las cosas
ella ve al silencio
acariciar el río
No ha podido avanzar
solo hay imágenes y una
silla cómoda
Se ve y busca al hijo
como una huella
como un paso cansado en
medio de la noche
Se sienta en la cómoda silla
sin miedo
un murmullo en sus dedos
un rebotar de voces vecinas
El hijo se ha marchado
ella sabe dónde y lo calla
***
Aquí los colores y la fiesta
Un no saber ir
por razones que la madre
calla con ternura
De lejos la música y su
desenfado
la alegría de los vecinos
sin rostro
las señoras respetables
murmurando en los balcones
los perros inquietos y las
jovencitas tomadas de las manos
No durará mucho
A las doce no podrá haber
cenicientas
ni zapatillas para el
príncipe
el paseo nocturno
es un manjar prohibido
un sendero roto
una amargura diluida en las
calles
LA
LLUVIA EN EL RÍO DE INFANCIA
Yo vi los perros
locos en el asfalto
y la cresta de veneno y
hambre soltarse sobre los puentes
su mansa sed esparcida a mis
pies
el tiempo y la lumbre
adormecida en su humedad
Yo quise arrancarle la
miseria que recuerda la niñez
La cresta gime
el animal de agua se duele
en su cansancio
solloza con su multitud de
vicios que son nuestros
su abismo
hoy se vuelve
llanto
cifra prisa sin camino
Me encanta el poema de la madre. Más que nada porque deja aleteando las posibilidades. Sí, el hijo se ha ido y ella sabe dónde... ¿a la muerte, ha huído, se ha desamparado de sí mismo, exiliado, en la cárcel, hacia la ingratitud o dónde? Me recordó muchas cosas.
ResponderEliminarEsta poesía me sabe a centroamérica, a tierra de luchas, de dolores antiguos, de ansias de libertad, de fugas y exilios. Esta poesía tiene mucho de esa América Nuestra, en la que la madre es un cántaro que reparte agua dulce en el desierto. Te envío un abrazo de hermana.
ResponderEliminar