GINA ESCOBAR



GINA ESCOBAR
(Misiones-Argentina)


MANANTIAL

En tu piel de musa
descansó mi errancia
sus pesares.

Origen del poema,
tu vientre,
hizo añicos lo incierto
fecundando el aire.

Asombrada
de guijarros rumorosos
de tu boca
subió el canto
hasta la raíz
del alma mía.

Bebí
de tus senos chocolate
la libertad que supo
descubrirme
hembra una mañana.

A manzana y luna
sabían
tus pezones.
A mujer entera.
Sabían a ternura.

Con dorado hilo
el terciopelo.
vio brillar
tu rastro
enaltecido.

Enmudeció la noche
en lo profundo de tus ojos
Escandalizaste al sol,
fanal de luz,
resplandeciente 
y tibio.

Oculta la pena
tras la cornisa de tu talle
nunca pudo
parirse tristeza…
Hasta tu marcha.

Fue entonces
cuando la madera
de tu esencia
reverdeció
en las guedejas
de tu  estampa.

Odas
se escribieron
incansables
repitiéndote.

Cómplice amiga,
noble proceder,
almizcle y menta.
Pájaro grácil,
jazmín y hiedra.

Roca antigua
de bravura indómita
Morena mbareté*
mi vieja.

Aparejo mis naves
en la embocadura
de tu nombre.
Empalmo mis aguas
en tu río.
Oteo horizontes
en busca
de tu paso

y echo a navegar,
desde tus alas,
a mi propio destino.

*mbareté: Del guaraní, fuerte, corajuda/o, brava/o.


ALMA DEL VINO

Perfumada lluvia
resucitando las acequias
de mi carne
Rito sagrado con que el hombre
se brinda a los dioses
en tu halago
La noche del amor
te lleva en trago fecundo,
dulce amor envenenado
Cántame un olvido
de penas sin nombre
en el tintineo
de tus salmos
Confiésame
enamorada y sola
rencorosa y turbia
de dolor arcano
Ámame
en los pliegues filosos
de mis versos paganos
Llévame
por el rastro feliz
del que no tiene llanto.


E PUR

No sé qué callada
criatura me inspira
la ira
qué dorado ángel
el amor
qué impiadoso viajero
la tristeza
qué borrascosas hebras
la pasión
Sé, sin embargo,
que al emerger el poema
el crisol me redime
y soy.


A-CONDICIONADOS

Los pájaros
acallan su fatiga
en la llamarada
del cénit.

Verdugo de la siesta,
el duende,
acalorado y cansino,
ya no tiene ganas
de asustar a nadie.

Ardiente inercia
que paraliza
justas rebeliones
cuando el norte arrecia.

No descansa el opresor
 Sin vacilar,
nuevas sujeciones
 elucubra .

Por supuesto,
tiene aire acondicionado.


APIPÉ

Se marchitó
como las flores tenues
al medio día.
Sin remedio.

Mancó
su potro salvaje
compitiendo
con la muerte.

Sus cascadas venas,
de briosos dorados
y belleza ondulante,
reíanse
del hombre
y su soberbia.

Tornáronse
luego
tumba irremediable
en círculos de miseria.

Ya no alimenta
su vientre erizado,
ya no arrulla
con sus cánticos.

La luna que por las noches
se zambullía en sus brazos
hoy está presa en el fango
fragmentada en mil pedazos.

Las murallas de la muerte
desfloraron su hermosura,

preso de frío y de pánico

agonizó en las esclusas.

Lo buscan
inútilmente
para velarlo los pájaros.

Aguas arriba…
la muerte.
Y la muerte…
aguas abajo.

2 comentarios:

  1. Gina me quedo en la música de tu poesía, clara, hermosa y contundente.
    Me ha encantado.
    Un abrazo

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